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Un café que lleva en sus granos la historia de juventud, sueños y montañas de los Andes Centrales. Cultivado con pasión por Edwin, en las alturas de la vereda Patio Bonito, este suave Castillo refleja la autenticidad de Pijao. Cada sorbo es un tributo al esfuerzo y la conexión con la tierra.
Café ligeramente alicorado con notas de vino tinto.